Buenos días queridas lectoras y
lectores, hoy voy a escribir una publicación especial, y es que ayer hubiera
sido el decimocuarto cumpleaños de alguien muy importante para mí, Luna.
Desgraciadamente, el 11 de agosto falleció, dejando en mi corazón, y en el de
mi familia, un vacío muy grande. Es por esto por lo que hoy quiero hablar de
ella, porque durante los trece largos años que estuvo en la familia, fue muy
importante para mí.
Me acuerdo perfectamente del día que
llegó a casa. Yo tendría unos siete años, y mi padre traía consigo un cachorro.
Era preciosa, una mezcla entre lobo y pastor alemán. Mi hermana y yo estuvimos
discutiendo sobre el nombre que le pondríamos, y finalmente mi madre intervino,
diciendo que a ella le gustaba Luna. A todos nos pareció un buen nombre para la
nueva miembro de la familia. Recuerdo que los primeros años era muy revoltosa y
rebelde, siempre cogiendo la ropa o rompiendo alguna zapatilla. Mi padre y mi
madre la echaban la bronca, lógicamente, pero a mi hermana y a mí nos costaba
más, tenía una cara tan adorable, y era tan cariñosa, que nos era imposible
decirle algo malo. Una de las cosas que más gracia me hacía de Luna, era que
nunca nos dejaba bañarla, ni si quiera acercarnos a ella con una manguera, pero
no había día lluvioso que no saliese a mojarse por cuenta propia. También le
gustaba la nieve, y que jugásemos con ella en pleno invierno. Acabábamos
empapados y muertos de frío, pero merecía la pena pasar esos ratos tan
agradables que hacían que el invierno tuviese sentido. Sin duda, Luna aparece
en los mejores momentos que conservo de mi infancia y adolescencia, y ha sido
un gran apoyo para mi durante los momentos más duros. Ninguna persona conseguía
animarme en aquellos momentos en los que creía que mi vida no tenía sentido,
pero ella no era una persona, era la razón de mis escasas sonrisas. Un paseo
con ella era suficiente para evadirme de cualquier mal.
Sin embargo, el 11 de agosto de este
año pasé por el que considero el peor momento de toda mi vida. Estuvimos con
ella hasta el final, y en apenas unos segundos, la luz de sus ojos se apagó.
Nadie dijo nada, pues no éramos capaces de gesticular palabra alguna, tan solo
se oía nuestro llanto por tan terrible pérdida. Siempre nos han enseñado a
superar una pérdida de un ser querido, pero nadie habla nunca de la pérdida de
un perro, que también es un ser querido. Nadie te toma en serio, creen que una
“mascota” es menos importante que un abuelo. Era una más de la familia, y la
queríamos como tal. Por eso nos dolió tanto su pérdida, por eso la recordamos
hoy, como cada día, porque trajo a nuestras vidas tanto cariño y tanta
felicidad, que nadie puede imaginar lo importante que era para nosotros. Dicen
que nadie muere nunca del todo si su recuerdo permanece vivo, y es por eso por
lo que, aunque Luna ya no esté tan cerca, jamás se habrá ido del todo.
Bonito texto, con bonitas palabras Abel, ella donde este nunca os olvidará. Una mascota es lo más importante se hace de querer. Las mascotas nunca te abandonan, te quieren por cómo eres y eso se valora y aunque no sepan hablar ellos te entienden, te abrazan, están contigo. Son lo mejor ❤
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