Buenos días queridos lectores, espero que no me hayáis echado mucho de menos. Soy estudiante de bachillerato, creo que con eso puedo justificar, en parte, mi ausencia. Pero no os preocupéis, que este loco vuelve a la carga.
Bien, tenía pensado hablaros de muchas cosas, aburridas y curiosas, que incitaban al debate. Pero no, metáforas. Y diréis "¿Metáforas? Menuda tontería." Pues no, la verdad es que no es ninguna tontería. Todos las usamos a diario, muchos inconscientemente, pero es algo casi inevitable. ¿La razón? Bueno, puede haber infinitas razones, pero yo os hablaré de lo que significa para mi esta figura literaria. Y no, no os voy a dar la definición exacta y precisa, sabéis perfectamente que mi mente escapa siempre más allá de lo simple y lo convencional. ¿Qué es pues, para mi, una metáfora? Algo que sobrepasa, como bien dije, lo simple. No podría dar una sola definición. Es como una vía de escape de la realidad, llevando las palabras a tu propio terreno, a un sitio seguro. ¿Absurdo? Pues acabo de empezar. Para aquellos que hayáis perdido el hilo, os pondré un ejemplo que seguro habéis utilizado. "He tenido un día gris". Huelga decir, que las metáforas pueden significar cosas distintas dependiendo de la persona que las use. He puesto esta de ejemplo, porque la mayoría de vosotros, o vuestro subconsciente, asocia tener un día gris, con tener un mal día, o no haber tenido uno bueno. Ahora que espero que hayáis entendido lo que quiero manifestar, quiero que imaginéis a una persona que describe su vida, prácticamente toda su vida, sus pensamientos y emociones, con metáforas, algo como esto: "Al iluminar el gigante amarillo la pobre arboleda, el pájaro salió del nido, con su típico canturreo, y se dirigió, sin pausa pero sin prisa, a la parte más frondosa del bosque, donde se hallaban los demás pájaros, distraídos con sus quehaceres habituales". Seguro que no tenéis ni idea de lo que estoy hablando. Por eso, ahora os pondré la misma frase, pero sin necesidad de usar metáfora alguna: "Cuando el sol iluminó las afueras de la ciudad, el muchacho salió de casa, con su habitual buen humor, y se dirigió a paso normal, al centro de la ciudad, donde se encontraba el resto de la gente, distraída con sus quehaceres habituales". Ahora me gustaría que comparaseis ambas frases, y veáis la diferencia. La metáfora, algo que suele pasar totalmente desapercibido, puede convertir algo simple y aburrido, en lo que uno quiera. Y esa es una de las razones por las que le doy mucha importancia. Porque gracias a esta figura literaria, puedo convertir algo habitual y aburrido, en algo mío, llevarlo a mi terreno, e incluso convertirlo en una historia. Y sé que a muchos os parecerá una tontería, la mayoría quizá no lleguéis a entender lo que quiero expresar, pero sé que otros pocos comprenderéis por qué os he hablado de esto. Si la próxima vez que leáis un libro, sois capaces de ver la cantidad de metáforas que hay en él, e intentar asociarlas con alguna realidad que algo tenga que ver con el autor, yo me daré por satisfecho, por haber dedicado unas humildes palabras a la metáfora. Algo aburrido y sin sentido para muchos, pero imprescindible y maravilloso para un pequeño escritor como este loco adolescente.
A partir de ahora, cada vez que lea un libro, tendré la paranoia de las metáforas. Gran artículo, Abel, como siempre ;)
ResponderEliminar