Buenos días queridas lectoras y
lectores. Hoy voy a hablar de un tema que tenía pendiente desde hace mucho
tiempo. Aunque parezca bastante obvio por el título, podría enfocar el tema
desde infinidad de perspectivas, pero no voy a hablar de universidad como
institución en sí, más bien cómo ha sido mi comienzo en ella, lo que me
esperaba, lo que me he encontrado, y lo que he aprendido y me queda por
aprender.
Como la mayoría sabréis, hace poco más
de un año me mudé a otra ciudad. A penas conocía a nadie, y aunque estaba
emocionado y entusiasmado por empezar una nueva vida, me aterraba la idea de
tener que conocer gente nueva, de ir a clase en un sitio donde todo el mundo
era desconocido para mí. Aunque actualmente he mejorado mucho mis destrezas
sociales y relaciones interpersonales, en aquel momento no se me daba nada bien
hacer amigos, era un manojo de inseguridades y tenía un gran problema con la
aceptación social. Pero al fin llegó, el primer día de clase. Me vi solo entre
la multitud, en una presentación que se me hizo eterna, pues estaba más
pendiente de que mis nervios no saliesen gritando de mis intestinos.
Al finalizar la presentación nos
dividieron en grupos según el grado en el que estuviésemos matriculados. Al oír
“Relaciones Laborales y Recursos Humanos por aquí, por favor”, me dio un vuelco
el corazón. Era la hora de conocer a mis compañeras y compañeros de clase.
Millones de dudas me asaltaron en apenas un instante, “¿Cuántas personas habrá?
¿Serán agradables? ¿Se conocerán de antes? ¿Me dirán algo o tendré que echarle
valor y hablar yo primero?”. A penas pasó un segundo hasta que me uní al grupo.
Para mi sorpresa, casi no llegábamos a ser diez personas. Eso me tranquilizó un
poco. A pesar de estar más tranquilo, y hablar un poco con la gente, los
nervios no se me quitaron hasta llegar a casa. Al día siguiente comenzamos las
clases, y al ser tan pocas personas, nos resultó más fácil y rápido hacer migas
y conocernos mejor. En tan solo unos días, empecé a entablar relaciones de
confianza con la mayoría. Sin duda había empezado con buen pie la universidad.
A parte del tema de hacer amistades y
conocer gente nueva, también me preocupaban las clases, pues no sabía cómo
serían, y si me resultaría más complicado superarlas que en el instituto. Para
mi sorpresa, las clases y el modo de organización de las mismas a la hora de
estudiar, no me resultaron en absoluto complejas. De hecho, me resultó más
sencillo superar mi primer año de universidad que el último año de bachillerato,
supongo que por la presión a la que nos sometían en el instituto con la
selectividad. De modo que, si tenemos que hacer un balance de lo que ha
significado este cambio, el resultado es bastante positivo. He conocido
personas maravillosas, estoy haciendo una carrera que me gusta y me apasiona,
vivo tranquilo y feliz en una ciudad nueva, y me esfuerzo más por conseguir mis
objetivos, tanto académicos como personales. Sé que cada año tendré más dificultades,
que me exigirán más a la hora de estudiar, pero estoy preparado para hacer
frente a todo con fuerza y energía, y que me esforzaré por conseguir aquello
por lo que tanto lucho.

Enhorabuena! Por lo que has conseguido y me alegro que seas feliz por lo que te gusta. A pesar de las dificultades que has pasado, nada es fácil. Yo también pienso cuando entro en un lugar nuevo, las miles de preguntas que me hago, a decir verdad las mismas que tú. Y me aterro, me pongo nerviosa y me da ansiedad.
ResponderEliminar