Buenos días queridas lectoras y lectores. Como recordaréis, hace un par de semanas hablé sobre la educación sexual, y por no alargar mucho la publicación me dejé algunos temas en el tintero. El principal, y en el que voy a incidir hoy en mayor medida, son las relaciones afectivo-sexuales.
Para empezar, hay que
tener claro que hay diferentes tipos de relaciones afectivas y sexuales. Es cierto que la sociedad nos ha inculcado
durante siglos que solo existe un tipo de relación “normal”, la relación
monógama entre un hombre y una mujer. Luego, se llegó a la conclusión de que
este tipo de relaciones también se daban entre personas del mismo sexo. Sin
embargo, el abanico de relaciones tanto afectivas como sexuales es mucho más
amplio. Como en este ámbito hay términos muy ambiguos, y personalmente no
conozco todos los tipos de relaciones que puede haber, voy a generalizar un
poco para explicarlo desde un ámbito general.
Como ya he explicado
antes, la pareja más aceptada socialmente suele ser la tradicional, es decir,
las relaciones afectivo-sexuales entre dos personas. Luego existen otro tipo de
relaciones, como las poliamorosas, en las que la persona mantiene relaciones
con varias personas, por ejemplo. También las relaciones abiertas, en las que
la pareja acuerda tener encuentros sexuales con otras personas. O relaciones de
pareja en las que se produce un intercambio sexual esporádico con otra pareja. Podría
seguir poniendo ejemplos, pero esto se alargaría mucho.
Lo que quiero mostrar hoy
es tan simple que no hace falta extenderse demasiado. Lo importante aquí no es
tanto centrarse en los diferentes tipos de relaciones afectivo-sexuales, sino
en el hecho de que existen múltiples combinaciones de relaciones igual de
válidas que las tradicionales. Es posible que a muchas personas les resulte raro,
o les cueste entenderlo. Pero ¿por qué crear conflictos definiendo el amor o el
sexo? ¿No es mejor celebrar que la gente se quiera, en vez de criticar que las
personas tengan una relación de una forma que tú no entiendas? Creo que si
todas las relaciones, independientemente de cómo sean, tienen una base de
respeto, sinceridad y confianza, pueden ser igual de sanas y buenas. No creo
que exista una superioridad moral en base a un tipo determinado de relación, y
es que creo que deberíamos respetar más los gustos ajenos y dejar de criticar
tanto aquello que no entendemos.
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