miércoles, 13 de marzo de 2019

Educación sexual

Buenos días queridas lectoras y lectores. Hoy voy a hablar de un tema al que tenía ganas desde hace mucho tiempo. Como ya sabréis, el sexo hoy día sigue siendo un tema tabú, no es frecuente hablar de ello con naturalidad con otras personas. Y yo me pregunto, ¿por qué? Si es cierto que antaño este tema a penas se tocaba más allá de la intimidad, y que hemos avanzado mucho en ese sentido, pero no lo suficiente. Las nuevas tecnologías han propiciado que los jóvenes, cada vez a edades más tempranas, sientan curiosidad por el sexo, y acaben buscando referentes sexuales en internet para saciar su curiosidad. Referentes excesivamente estereotipados y artificiales, pues son muchos los jóvenes que visualizan porno, intentando imitarlo, incapaces de distinguir la ficción de la realidad. Este es sin duda un grandísimo problema, que tiene su raíz en la desinformación y la escasa educación sexual que deberíamos recibir desde pequeños.
El término “educación sexual” asusta a muchas madres y padres, que lejos de interesarse por el tema, lo asocian, con cierta ignorancia, a enseñar prácticas sexuales a los jóvenes, nada más lejos de la realidad. Sin embargo, la educación sexual es mucho más amplia. Pretende enseñar a las personas, desde la infancia, los genitales y los diferentes tipos de orientación sexual. En la etapa preadolescente explicarles qué son las relaciones sexuales, el sexo seguro y métodos anticonceptivos y de prevención de enfermedades de transmisión sexual. Este tipo de educación debería darse no solo en colegios e institutos, sino en casa, desde edades tempranas. Enseñarle a una niño o niña en la infancia la importancia del consentimiento, en un ámbito general, y a medida que vayan creciendo, en ámbitos sexuales. La importancia de las relaciones afectivo-sexuales consentidas, y el respeto hacia la sexualidad de otras personas. Este tipo de educación conseguiría reducir las agresiones sexuales en la etapa adulta, reducir el número de embarazos no deseados, así como el contagio de enfermedades de transmisión sexual. A demás se normalizarían los diferentes tipos de orientación sexual e identidad de género a edades tempranas.
Sin embargo, la educación sexual hoy día es muy escasa, tanto en los hogares como en los centros educativos. Si bien es cierto que cada vez son más los padres y madres que quieren inculcar este tipo de educación a sus hijos, muchas veces no saben cómo hacerlo. Por eso creo conveniente que se faciliten cursos de educación sexual para padres y madres que tengan hijos pequeños, o tengan intención de tenerlos en un futuro próximo. De este modo, profesionales en la materia les enseñarían técnicas y habilidades para tratar estos temas en familia con total normalidad y con el tacto que la edad de los jóvenes requiera. En cuanto a los centros educativos, el camino a recorrer es largo, pues la educación sexual se percibe como algo puntual, y muchos centros de secundaria se conforman con dar una simple charla al año, que, en mi opinión, no sirve de nada. Recuerdo vagamente alguna de esas charlas, enfocadas casi en exclusiva al sexo heterosexual, en las que te explicaban cómo tener sexo seguro y prevenir el embarazo. Reducir un tema tan complejo y amplio de esta forma, me parece un grave error. Siempre he sido partidario de implantar en colegios e institutos una asignatura obligatoria sobre educación sexual y primeros auxilios. De este modo, se podría complementar la educación en el hogar, como he dicho anteriormente, con la de los centros educativos, algo que tendría consecuencias beneficiosas en un futuro, tanto en salud, como en tolerancia y diversidad. 
Espero que algún día estas ideas evolucionen y se implanten medidas serias y firmes en este tema. También espero que os haya gustado esta breve reflexión sobre la educación sexual, y que me hagáis llegar vuestras dudas e inconvenientes. Un saludo.  


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