Buenos días queridas
lectoras y lectores. Hoy voy a hablar de un tema al que tenía ganas desde hace
mucho tiempo. Como ya sabréis, el sexo hoy día sigue siendo un tema tabú, no es
frecuente hablar de ello con naturalidad con otras personas. Y yo me pregunto,
¿por qué? Si es cierto que antaño este tema a penas se tocaba más allá de la
intimidad, y que hemos avanzado mucho en ese sentido, pero no lo suficiente.
Las nuevas tecnologías han propiciado que los jóvenes, cada vez a edades más
tempranas, sientan curiosidad por el sexo, y acaben buscando referentes
sexuales en internet para saciar su curiosidad. Referentes excesivamente
estereotipados y artificiales, pues son muchos los jóvenes que visualizan
porno, intentando imitarlo, incapaces de distinguir la ficción de la realidad.
Este es sin duda un grandísimo problema, que tiene su raíz en la desinformación
y la escasa educación sexual que deberíamos recibir desde pequeños.
El término “educación
sexual” asusta a muchas madres y padres, que lejos de interesarse por el tema,
lo asocian, con cierta ignorancia, a enseñar prácticas sexuales a los jóvenes,
nada más lejos de la realidad. Sin embargo, la educación sexual es mucho más
amplia. Pretende enseñar a las personas, desde la infancia, los genitales y los
diferentes tipos de orientación sexual. En la etapa preadolescente explicarles
qué son las relaciones sexuales, el sexo seguro y métodos anticonceptivos y de
prevención de enfermedades de transmisión sexual. Este tipo de educación
debería darse no solo en colegios e institutos, sino en casa, desde edades
tempranas. Enseñarle a una niño o niña en la infancia la importancia del
consentimiento, en un ámbito general, y a medida que vayan creciendo, en
ámbitos sexuales. La importancia de las relaciones afectivo-sexuales
consentidas, y el respeto hacia la sexualidad de otras personas. Este tipo de
educación conseguiría reducir las agresiones sexuales en la etapa adulta,
reducir el número de embarazos no deseados, así como el contagio de
enfermedades de transmisión sexual. A demás se normalizarían los diferentes
tipos de orientación sexual e identidad de género a edades tempranas.
Sin embargo, la educación
sexual hoy día es muy escasa, tanto en los hogares como en los centros
educativos. Si bien es cierto que cada vez son más los padres y madres que
quieren inculcar este tipo de educación a sus hijos, muchas veces no saben cómo
hacerlo. Por eso creo conveniente que se faciliten cursos de educación sexual
para padres y madres que tengan hijos pequeños, o tengan intención de tenerlos
en un futuro próximo. De este modo, profesionales en la materia les enseñarían
técnicas y habilidades para tratar estos temas en familia con total normalidad
y con el tacto que la edad de los jóvenes requiera. En cuanto a los centros
educativos, el camino a recorrer es largo, pues la educación sexual se percibe
como algo puntual, y muchos centros de secundaria se conforman con dar una
simple charla al año, que, en mi opinión, no sirve de nada. Recuerdo vagamente
alguna de esas charlas, enfocadas casi en exclusiva al sexo heterosexual, en
las que te explicaban cómo tener sexo seguro y prevenir el embarazo. Reducir un
tema tan complejo y amplio de esta forma, me parece un grave error. Siempre he
sido partidario de implantar en colegios e institutos una asignatura
obligatoria sobre educación sexual y primeros auxilios. De este modo, se podría
complementar la educación en el hogar, como he dicho anteriormente, con la de
los centros educativos, algo que tendría consecuencias beneficiosas en un
futuro, tanto en salud, como en tolerancia y diversidad.
Espero que algún día estas
ideas evolucionen y se implanten medidas serias y firmes en este tema. También
espero que os haya gustado esta breve reflexión sobre la educación sexual, y
que me hagáis llegar vuestras dudas e inconvenientes. Un saludo.
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