miércoles, 19 de diciembre de 2018

No compres: Adopta


Buenos días queridas lectoras y lectores. Se acercan fechas navideñas, unas fiestas en las que aumentan notablemente la compra de regalos a familiares y amigos. Pero desgraciadamente hay muchas personas que no saben diferenciar un regalo de algo que es mucho más que un capricho. Hablo de esos nuevos miembros familiares, perros y gatos mayoritariamente. Mucha gente considera una mascota como un buen regalo en estas fiestas, a veces sin llegar a pensar en lo que ello puede suponer para esos animales, ajenos a todo. Hay dos motivos principales por los que esta práctica muchas veces me parece una mala idea para los animales, aunque afortunadamente no siempre.
Uno de ellos es la compra frente a la adopción, algo bastante común para la gente que trata a los animales como mera mercancía. Personalmente estoy totalmente en contra de la compraventa de seres vivos. Hay personas egoístas que piensan en los perros y gatos como un capricho, y quieren comprarlos a la carta, de raza a ser posible. Es un acto que me repugna, pues en absoluto piensan en el bienestar de ese animal, que tiempo después es probable que sea abandonado, como cualquier capricho humano. También hay que destacar la gran labor de las protectoras de animales, que desgraciadamente están desbordadas por culpa del alarmante número de abandonos de animales en los últimos años. Por eso me parece tan importante luchar contra la compra de animales, existiendo tantos indefensos en protectoras que solo quieren un hogar y una familia.
El otro motivo es, como he mencionado anteriormente, el abandono. El simple hecho de tratar a un animal como si fuese cualquier otro regalo de navidad es ya en sí un acto que le quita importancia al bienestar de este. Lo más triste por desgracia es cuando a muchas personas les deja de gustar ese animal una vez que ha crecido, o se dan cuenta de que mantenerle conlleva más responsabilidad de la que esperaban, y sin ningún escrúpulo lo abandonan. Para mí, y para mucha más gente, un perro o gato es prácticamente como un hijo, y por eso me parece un acto muy cruel y deleznable abandonarlos a su suerte por pura comodidad. Es decir, que hay gente que, en vez de adoptar perros y gatos de protectoras de animales, los compran en “tiendas”, y a veces después de un tiempo les abandonan, y van a parar (si no mueren) a esas protectoras. Con lo cual las protectoras cada vez están más desbordadas y no pueden afrontar los gastos que conlleva mantener a todos esos pobres animales.
En definitiva, tanto si es por estas fechas, como en cualquier época del año, hay que tener claro que los animales no son tan distintos a nosotros. Necesitan cuidados, cariño y respeto, y tenemos que tener muy claro que queremos y podemos cuidarlos a la hora de adoptarlos, para darles un hogar en condiciones.  Por eso me parece fundamental apoyar y defender la adopción por encima de todo, y acabar con esas tiendas de animales que lo único que consiguen es hacerles daño. Cuídalos, quiérelos.


miércoles, 5 de diciembre de 2018

Muertos de hambre


Buenos días queridas lectoras y lectores. Hoy voy a hablaros de un tema que me parece muy importante, sobre todo para estudiantes de educación secundaria, y sus respectivas familias. Con educación secundaria nos referimos, principalmente en España, a los cuatro cursos de la ESO y los dos de Bachillerato o bien ciclo formativo de grado medio. Si el sistema no ha cambiado mucho, al empezar cuarto de la ESO (es decir, teniendo una edad aproximada entre 15 y 17 años) la población estudiantil se verá obligada a tomar una decisión que a veces puede resultar difícil a esa edad. Deberán elegir asignaturas acordes a sus gustos o su visión de futuro, es decir, lo que se conoce como “ciencias o letras”. Dentro de esta generalización podemos encontrar diferentes ramas, como ciencias de la salud, ciencias tecnológicas, ciencias sociales, humanidades y artes, entre otras.
Ahora bien, esta decisión muchas veces está condicionada por las madres y padres de los estudiantes. Varios estudios socioculturales han demostrado que en España se tiende a infravalorar las ramas educativas de humanidades y artes, ensalzando así las ciencias de la salud y ciencias tecnológicas. También hay que tener en cuenta aquellas familias en las que se pretende crear una reproducción social, es decir, que los hijos estudien las mismas cosas que los padres. Si tu madre es abogada, seguramente te incite a estudiar derecho, aunque esto no ocurra siempre. Si además tenemos en cuenta la temprana edad a la que estos estudiantes se ven obligados a tomar decisiones complicadas de cara al futuro, podemos intuir que estarán más expuestos a una posible influencia familiar, dejándose aconsejar, en algunos casos incluso extorsionar, por sus progenitores.
Seguramente habréis oído varias veces frases como “si estudias esto serás un muerto de hambre” o “este tipo de estudios no tienen muchas salidas laborales”. Es aquí donde reside la razón por la que he decidido hablar de esto. Soy consciente de que el sistema educativo no es muy bueno, y que nos hace elegir cosas que seguramente en ese momento no tenemos muy claras. Pero hay mucha gente que, incluso teniendo las ideas claras, se ve obligada a estudiar cosas que no le gustan, simplemente por el hecho de que a su familia le parece “mejor”, y no ve futuro en sus ambiciones. Espero que en este momento algún padre o madre esté leyendo esto, porque este mensaje va dirigido para ti. Puedes aconsejar a tus hijos sobre los estudios, exponerles ideas u opciones, pero jamás permitas que tus “visiones de futuro” destrocen sus sueños. Si tu hija quiere ser abogada, o tu hijo trompetista, si quieren estudiar bellas artes, o filosofía, apóyales. Tal vez con el tiempo cambien de opinión, o tal vez no. Pero si alguna vez cometen un error respecto a su futuro, que nunca sea por no haberles dejado intentarlo.
Y a vosotras y vosotros, estudiantes, espero que seáis y os sintáis siempre libres de poder elegir vuestros estudios, o de simplemente elegir trabajar porque los estudios no son lo vuestro. Pero que nadie os impida jamás adueñaros de vuestro propio futuro.  


miércoles, 21 de noviembre de 2018

Luna

Buenos días queridas lectoras y lectores, hoy voy a escribir una publicación especial, y es que ayer hubiera sido el decimocuarto cumpleaños de alguien muy importante para mí, Luna. Desgraciadamente, el 11 de agosto falleció, dejando en mi corazón, y en el de mi familia, un vacío muy grande. Es por esto por lo que hoy quiero hablar de ella, porque durante los trece largos años que estuvo en la familia, fue muy importante para mí.
Me acuerdo perfectamente del día que llegó a casa. Yo tendría unos siete años, y mi padre traía consigo un cachorro. Era preciosa, una mezcla entre lobo y pastor alemán. Mi hermana y yo estuvimos discutiendo sobre el nombre que le pondríamos, y finalmente mi madre intervino, diciendo que a ella le gustaba Luna. A todos nos pareció un buen nombre para la nueva miembro de la familia. Recuerdo que los primeros años era muy revoltosa y rebelde, siempre cogiendo la ropa o rompiendo alguna zapatilla. Mi padre y mi madre la echaban la bronca, lógicamente, pero a mi hermana y a mí nos costaba más, tenía una cara tan adorable, y era tan cariñosa, que nos era imposible decirle algo malo. Una de las cosas que más gracia me hacía de Luna, era que nunca nos dejaba bañarla, ni si quiera acercarnos a ella con una manguera, pero no había día lluvioso que no saliese a mojarse por cuenta propia. También le gustaba la nieve, y que jugásemos con ella en pleno invierno. Acabábamos empapados y muertos de frío, pero merecía la pena pasar esos ratos tan agradables que hacían que el invierno tuviese sentido. Sin duda, Luna aparece en los mejores momentos que conservo de mi infancia y adolescencia, y ha sido un gran apoyo para mi durante los momentos más duros. Ninguna persona conseguía animarme en aquellos momentos en los que creía que mi vida no tenía sentido, pero ella no era una persona, era la razón de mis escasas sonrisas. Un paseo con ella era suficiente para evadirme de cualquier mal.
Sin embargo, el 11 de agosto de este año pasé por el que considero el peor momento de toda mi vida. Estuvimos con ella hasta el final, y en apenas unos segundos, la luz de sus ojos se apagó. Nadie dijo nada, pues no éramos capaces de gesticular palabra alguna, tan solo se oía nuestro llanto por tan terrible pérdida. Siempre nos han enseñado a superar una pérdida de un ser querido, pero nadie habla nunca de la pérdida de un perro, que también es un ser querido. Nadie te toma en serio, creen que una “mascota” es menos importante que un abuelo. Era una más de la familia, y la queríamos como tal. Por eso nos dolió tanto su pérdida, por eso la recordamos hoy, como cada día, porque trajo a nuestras vidas tanto cariño y tanta felicidad, que nadie puede imaginar lo importante que era para nosotros. Dicen que nadie muere nunca del todo si su recuerdo permanece vivo, y es por eso por lo que, aunque Luna ya no esté tan cerca, jamás se habrá ido del todo. 


miércoles, 7 de noviembre de 2018

Libertad de expresión 2.0


Buenos días queridas lectoras y lectores. Últimamente estoy muy atareado con cosas relacionadas con los estudios y mi vida personal, así que decidí hacer una encuesta con dos temas interesantes para que fuese la gente que me lee, quien decidiese el tema sobre el que hablaría hoy. Pero no os preocupéis que, aunque haya ganado esta opción, sobre la otra también me gustaría hablar más adelante. La gente que siga mi blog desde hace tiempo sabrá que ya hablé sobre este tema hace poco más de un año, pero he decidido volver a escribir sobre ello, con una opinión más actual, más renovada, pues como dije y reitero mil veces en la publicación de madurar, hay que evolucionar, reinventarse, y esto conlleva muchas veces a un cambio de opinión respecto a muchas cosas a medida que aprendes y vives nuevas situaciones y experiencias. Dicho esto, empecemos. 
Este tema en concreto me llamaba mucho la atención desde hace tiempo, sobre todo por las ridículas situaciones por las que pasa España últimamente. Así que lo que haré será explicar primero lo que es para mí la libertad de expresión (muy subjetiva, por cierto), y después analizar un poco algunas situaciones, tanto absurdas como realmente problemáticas, desencadenadas por la libre interpretación de este término.
Para mí la libertad de expresión es básicamente poner en práctica el término, es decir, tener libertad para poder expresarte. Algo muy simple y básico, pero con ciertos matices. Por ejemplo, esta libertad tiene ciertos límites, como la agresión física hacia otra persona, con el argumento de que “te estás expresando”. Creo que hasta aquí todo el mundo lo tiene claro, y la mayor parte de la gente coincide conmigo. El problema se plantea cuando utilizamos la frase “tu libertad termina donde empieza la de los demás”. Lo que queremos decir con eso es que eres libre de expresarte, pero no si ofendes en cierto modo al resto de personas. Y es aquí donde comienzan los problemas. Si bien hay personas que se ofenden por cosas razonables como agresiones directas tanto físicas como verbales, discriminaciones serias por sexo, raza u otros motivos, etcétera, hay otras que en cambio aprovechan la controversia que existe sobre la libertad de expresión, para quejarse de cosas que, objetivamente son absurdas.
Llegamos entonces a un punto en el que la libertad de expresión está tan delimitada que prácticamente no existe. Y esto lo que supone es una involución, es decir, volver hacia atrás en lo que a derechos y libertades se refiere, porque costó sangre, sudor y lágrimas tener esta libertad de expresión, tan dañada hoy día. No podemos tomarnos la justicia por nuestra mano y decidir individualmente qué está bien y qué mal, porque esto sería el caos. Lo que sí podemos hacer es partir de una base, en la que la libertad de expresión sea real e igual para todo el mundo. Porque algo que tampoco podemos tolerar es que un político, o una representación de la bandera, tengan más dignidad judicial que las propias personas, por el simple hecho de lo que “representan”.
Dicho todo esto, solo me queda llegar a una serie de conclusiones. Si no podemos controlar absolutamente todo lo que se hace bajo esa libertad de expresión, y tampoco podemos eliminar la propia libertad que tanto sacrificio costó conseguir, ¿qué hacemos? Bueno, yo propongo que cada quién siga con su vida, y que se respete la libertad de expresión de todo el mundo, en cualquier ámbito legal. Es decir, una persona, nos guste o no, es libre de expresarse, incluso si haciéndolo nos está insultando, pero es libre de ejercer su derecho a expresarse, aunque sepa que lo que está haciendo está mal. Con esto no defiendo la violencia, ni los insultos, ni la discriminación de ningún tipo, obviamente hay que ser consciente de que una expresión de ese tipo está mal. Lo único que digo es que no podemos censurar absolutamente todo lo que no nos guste, y que la gente tiene una libertad que nadie le puede quitar.
Quizá no estéis de acuerdo conmigo llegando a esta conclusión, pero solo estoy ejerciendo mi derecho a expresarme y que veáis mi punto de vista. Tampoco espero que penséis igual que yo. Simplemente que entendáis que la libertad está por encima de nuestras diferencias, y que no debemos echar a perder un derecho tan esencial solamente por un montón de disputas absurdas. Espero que os haya hecho reflexionar, siempre desde el respeto.


jueves, 25 de octubre de 2018

Amordazada

Buenos días queridas lectoras y lectores. Hoy desgraciadamente, voy a hablar de un tema triste, algo que, a mí, y a cualquier persona con corazón y sentimientos le reconcome el alma. El pasado 23 de octubre murieron asesinadas tres mujeres por violencia de género. Con ellas la cifra asciende, si no me equivoco, a 44 mujeres asesinadas en lo que va de año. Si las sumamos al total de mujeres asesinadas desde el año 2003 en España, los resultados son aterradores, pues casi mil mujeres han muerto en los últimos 16 años por culpa de un machismo abrumador que por desgracia no cesa. A estas cifras habría que sumarle también los asesinatos de niños y niñas, mayoritariamente hijos de las víctimas, que a nuestro pesar sufrieron directamente el mismo maltrato que sus madres. Del mismo modo que no podemos olvidar la cantidad de criaturas inocentes que quedaron huérfanas como consecuencia de esos actos tan atroces.  Por eso, tampoco podemos olvidar a todas aquellas mujeres que, a pesar de seguir vivas, sufren cada día una violencia que no merecen, viven con verdadero miedo, y muchas de ellas no se atreven a denunciar, pues temen que pueda ocurrirles algo peor si lo hacen.

A continuación, publicaré un breve relato que escribí hace un tiempo, y que titulé “amordazada”, reflejando esa impotencia que sufren miles de mujeres víctimas de este tipo de violencia. Para concienciar más aún a todo el mundo sobre el fuerte impacto negativo que causa el machismo en nuestra sociedad, para luchar contra esta lacra que impide a las mujeres ser libres, y para recordar a las que por desgracia lo han olvidado, que no están solas, nunca más lo van a estar. Un pequeño recuerdo a todas esas mujeres que me demostraron la inmensa fuerza que poseen, y les ayuda a luchar para hacer de este mundo un lugar en el que la libertad y la liberación de las mujeres no sea una utopía, sino una realidad.

“Una niña de seis años llama tímidamente a la puerta del baño. Abre la puerta una mujer, joven, con el rostro amoratado. Su madre tampoco sonríe hoy.
En la cocina un hombre hambriento grita. Nada nuevo al parecer, pues la pequeña ni se inmuta ante semejantes quejas, debe estar acostumbrada. La mujer cocina entre sollozos, nada se oye ahora en la casa, solo un triste televisor en el que parece estar inmerso aquel hombre hambriento.
Empiezan a comer, sin dirigirse la palabra. La niña mira a su madre, preocupada, le tiembla el pulso y apenas prueba bocado. Sus ojos reflejan la tristeza de una niñez ennegrecida, de haber visto cosas tan terribles que no podría ni describir. Los ojos de la mujer reflejaban, más allá de los golpes, el verdadero miedo. Temor por seguir viviendo, temor por despertar cada mañana, pues era al abrir los ojos cuando comenzaba su peor pesadilla.
Llegan las cuatro de la tarde y el hombre se va, dando un portazo. A trabajar, al bar, tal vez ambas cosas, eso no importa. Lo importante es que se ha ido, unas horas, las que aprovechan ellas para respirar, aun sabiendo que más tarde la pesadilla continuará.
Cuidadosamente se maquilla la cara, y los brazos, y desaparecen a la vista las múltiples contusiones. Estaba claro que no era la primera vez que disimulaba los golpes. Arregló un poco a su hija y juntas bajaron a la calle.
Al salir se quedó un instante pensativa, mirando hacia la acera de enfrente, donde se hallaba la comisaría. A penas unos metros la separan del lugar, para ella, un abismo.”
Abel Vergara

miércoles, 10 de octubre de 2018

La universidad


Buenos días queridas lectoras y lectores. Hoy voy a hablar de un tema que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Aunque parezca bastante obvio por el título, podría enfocar el tema desde infinidad de perspectivas, pero no voy a hablar de universidad como institución en sí, más bien cómo ha sido mi comienzo en ella, lo que me esperaba, lo que me he encontrado, y lo que he aprendido y me queda por aprender.
Como la mayoría sabréis, hace poco más de un año me mudé a otra ciudad. A penas conocía a nadie, y aunque estaba emocionado y entusiasmado por empezar una nueva vida, me aterraba la idea de tener que conocer gente nueva, de ir a clase en un sitio donde todo el mundo era desconocido para mí. Aunque actualmente he mejorado mucho mis destrezas sociales y relaciones interpersonales, en aquel momento no se me daba nada bien hacer amigos, era un manojo de inseguridades y tenía un gran problema con la aceptación social. Pero al fin llegó, el primer día de clase. Me vi solo entre la multitud, en una presentación que se me hizo eterna, pues estaba más pendiente de que mis nervios no saliesen gritando de mis intestinos.
Al finalizar la presentación nos dividieron en grupos según el grado en el que estuviésemos matriculados. Al oír “Relaciones Laborales y Recursos Humanos por aquí, por favor”, me dio un vuelco el corazón. Era la hora de conocer a mis compañeras y compañeros de clase. Millones de dudas me asaltaron en apenas un instante, “¿Cuántas personas habrá? ¿Serán agradables? ¿Se conocerán de antes? ¿Me dirán algo o tendré que echarle valor y hablar yo primero?”. A penas pasó un segundo hasta que me uní al grupo. Para mi sorpresa, casi no llegábamos a ser diez personas. Eso me tranquilizó un poco. A pesar de estar más tranquilo, y hablar un poco con la gente, los nervios no se me quitaron hasta llegar a casa. Al día siguiente comenzamos las clases, y al ser tan pocas personas, nos resultó más fácil y rápido hacer migas y conocernos mejor. En tan solo unos días, empecé a entablar relaciones de confianza con la mayoría. Sin duda había empezado con buen pie la universidad.
A parte del tema de hacer amistades y conocer gente nueva, también me preocupaban las clases, pues no sabía cómo serían, y si me resultaría más complicado superarlas que en el instituto. Para mi sorpresa, las clases y el modo de organización de las mismas a la hora de estudiar, no me resultaron en absoluto complejas. De hecho, me resultó más sencillo superar mi primer año de universidad que el último año de bachillerato, supongo que por la presión a la que nos sometían en el instituto con la selectividad. De modo que, si tenemos que hacer un balance de lo que ha significado este cambio, el resultado es bastante positivo. He conocido personas maravillosas, estoy haciendo una carrera que me gusta y me apasiona, vivo tranquilo y feliz en una ciudad nueva, y me esfuerzo más por conseguir mis objetivos, tanto académicos como personales. Sé que cada año tendré más dificultades, que me exigirán más a la hora de estudiar, pero estoy preparado para hacer frente a todo con fuerza y energía, y que me esforzaré por conseguir aquello por lo que tanto lucho.


miércoles, 26 de septiembre de 2018

Youtube


Buenos días queridas lectoras y lectores. Hoy vengo a hablaros de un tema actual e interesante. Supongo que todo el mundo conoce ya la plataforma de Youtube, donde puedes encontrar millones de vídeos de todo tipo. Por eso vengo a hacer algo tan simple como recomendaros una serie de canales de Youtube de diversos temas que sigo desde hace tiempo.
-JavierRuescas: Para quienes no le conozcan, Javier Ruescas es un famoso escritor y booktuber español, y el contenido de su canal está enfocado principalmente a la lectura. En sus vídeos recomienda libros para todo el mundo, hace reseñas de algunos de ellos, compara libros y personajes de distintas sagas… Si te gusta la lectura, sobre todo juvenil, fantástica y de ciencia ficción, te encantará este canal.
-KintsMer: Este canal es de una amiga del pueblo que se llama María. En él podéis encontrar vídeos principalmente de moda, que es el tema al que va enfocado, aunque también tiene algunos vídeos sobre veganismo, lifestyle y contenido más diverso. Si os llama la atención alguno de estos temas, desde luego os encantarán sus vídeos.
-Keunam: Es humorista, cantante, actor, youtuber… Desde luego un hombre muy polifacético, que ha volcado gran parte de su trabajo en este canal, donde podéis encontrar parodias de múltiples películas Disney, entre otras, versiones de canciones… Sin duda un canal de entretenimiento muy bueno y con mucho talento.  
-Luce-tby Irene: En este canal Irene habla sobre feminismo, temas LGTB, psicología y autoestima, entre otras cosas. Es un canal poco conocido, pero muy bueno para entender muchas cosas sobre todo de feminismo. Os recomiendo echarle un vistazo, no os arrepentiréis.
-Trencadís: Este canal, formado por un grupo de amigos y amigas, tiene un contenido un poco variado, enfocado al entretenimiento. Hablan de diversos temas desde el punto de vista personal, sus vidas, el mundo LGTB… Si lo que buscáis es pasar un buen rato y reíros un poco, tenéis que pasaros por aquí.
-Tigrillo: Este fantástico chico ha basado su canal principalmente en el activismo LGTB. Aquí podéis encontrar mucha información sobre el colectivo, vídeos informativos, de análisis y opinión acerca de muchos aspectos que rodean a las personas LGTB en la sociedad de hoy día. Sin duda un canal 10.
-CostantinoCarrara Music: Si os gusta la música, y el piano, tenéis que pasaros obligatoriamente por este canal. Este pianista sube vídeos versionando todo tipo de canciones al piano. Realmente un regalo para muchos oídos.
-MaríaBandera: Este canal recién salido del horno es un canal secundario de Kints Mer, donde habla de temas más personales, su día a día, anécdotas… Una forma de acercarse a ella a través de sus vídeos y conocerla un poco mejor.
-Herrejón: Tal vez la conozcáis por sus redes sociales, sobre todo Instagram. Esta chica, en mi opinión, tiene un don para hacerme reír. Su canal es puro entretenimiento y opiniones de todo tipo, donde podéis encontrar vídeos muy interesantes y divertidos en los que habla de infinidad de temas.
Y hasta aquí mis recomendaciones. Hay muchos más canales que me gustaría mencionar, pero entonces no acabaría nunca. He hecho una breve selección donde se concentran pocos, pero muy diversos que tratan de cosas distintas. Espero que os haya gustado y servido de ayuda para entreteneros con algunos vídeos.


domingo, 22 de julio de 2018

Quién soy 9: Conmigo hasta el final

1 de enero de 2018, la felicidad me abrazaba como una vieja amiga a la que hacía mucho tiempo que no veía. Un gran comienzo de año, rodeado de quienes más me querían. Este iba a ser mi año, todo iba  a cambiar. Tal era mi estado de euforia, que no supe ver lo que se avecinaba. Me gustaría decir que mis demonios internos ansiaban volver, pero no era así, nunca se habían ido. Despertaron en mi una sensación terriblemente familiar, que me llevaría a adentrarme en la estrecha línea que separa la vida de la muerte, por última vez. 
Durante el mes de enero tuve mis primeros exámenes en la universidad, algo que tampoco me preocupaba demasiado. Pero esa misma semana me llamaron del hospital, tenían que operarme de algo sin importancia. Así que eso hice, no le di mucha importancia. Desgraciadamente los meses posteriores a la operación no fueron muy fáciles de llevar. Tenía que depender de los demás para muchas cosas, y a penas podía hacer cosas por mi cuenta. Teniendo en cuenta que me considero una persona bastante independiente y que no me gusta que la gente se tenga que molestar demasiado en ayudarme, aquello me hizo sentir un poco inútil. Esa sensación de no poder hacer nada por tu cuenta, incluso sabiendo que no era culpa mía, en cierto modo me entristecía. 
Llegó febrero, mi mes favorito, y con él mi cumpleaños. Una fecha a la que le doy demasiada importancia, y más aún desde el anterior once de febrero. Uno de los meses más fríos del año que trajo consigo unas nubes ennegrecidas, posándose sobre mi ya enferma cabeza. Una sensación nada comparable con aquella añorada felicidad de comienzos de año. A la situación complicada que estaba viviendo se le sumaron aún más problemas, que estallaron como si de fuegos artificiales se tratase, y no fui capaz de controlar. Aunque me encontré con un dilema mayor, que me costó tiempo asimilar. Llevaba meses viviendo fuera, en una ciudad lejos de mi familia. Y aunque volviese al pueblo en vacaciones, en el fondo no sentía nada por volver, sabía que no era feliz, y era incapaz de expresar ese sentimiento, en parte de culpa, por no querer regresar a casa.
Durante las semanas posteriores a mi cumpleaños lo pasé realmente mal, pero en silencio. La depresión me estaba consumiendo cada día más, y no veía ningún cartel de salida. De modo que un día, ya bien entrado el mes de marzo, no pude más y decidí crear mi propio cartel de huida, sabiendo que una vez lo utilizase no podría volver. Me hallaba entonces de nuevo en medio de aquella maldita línea, a punto de cruzarla. Pero sin saber cómo, algo me impedía hacerlo. Sin duda estaba muy decidido, pero algo en mi interior quería salir, y era más fuerte que todo aquello. Un diminuto atisbo de esperanza me empujaba a evitar que hiciese algo que mi cabeza me ordenaba. Finalmente comprendí que no debía cruzar la línea, no así.
Pasaban las semanas y mi estado mental no mejoraba. Hastiado, disgustado y sin saber qué me pasaba exactamente, hice algo que agradezco enormemente haber hecho. Después de meses, años, di el gran paso, y a principios del mes de mayo contacté con una psicóloga. Tenía un dinero ahorrado para cuando lo necesitase, y aquel fue el momento perfecto. Invertir ese poco dinero en intentar sanar una enfermedad tan peligrosa e inestable, ha sido una de las mejores cosas que he hecho en mi vida. A día de hoy, y después de unas cuantas semanas de terapia, no puedo decir que haya sanado del todo, pues eso lleva su tiempo, pero sí he mejorado y avanzado mucho, y es algo de lo que me siento realmente orgulloso. 
Finalmente, y después de trece duros meses escribiendo y recordando, he conseguido redactar mi historia. No ha sido nada fácil, he tenido que rememorar momentos muy duros de mi corta vida, enfrentarme a mis propios demonios, y lidiar con cosas que ahora simplemente se convertirán en recuerdos de un pasado tormentoso. Tal vez algunas personas piensen que es una locura haber contado todo esto. Al contrario. Haber plasmado todos estos años de depresión por escrito me ha fortalecido aún más, y me ha ayudado a superar en cierto modo una situación que desgraciadamente sufren miles de personas cada día. Por eso creo que en este tipo de circunstancias es fundamental no callarse, expresarse, e intentar sacar fuerzas de donde no las hay. Porque siempre hay un faro para cada barco extraviado, aunque muchas veces no seamos capaces de ver esa luz. 
Gracias a todas aquellas personas que han permanecido a mi lado, han sabido comprenderme en este duro viaje, y han creído siempre en mi. Pero sobretodo gracias a la esperanza y la fuerza, que siempre estarán conmigo hasta el final. 


jueves, 10 de mayo de 2018

Quién soy 8: Carta a mi 2017

Doce meses, trescientos sesenta y cinco días, otro sueño fracasado y un giro de ciento ochenta grados. Parece un año cualquiera, pero no es así, nada más lejos de la realidad. Recuerdo enero vagamente, y no demasiado bien. Empecé el año con mala pata, del mismo modo que terminé el anterior, con ganas de morirme y sin saber qué hacer con mi patética vida. Parece una broma pesada, pero desgraciadamente ese sentimiento estaba bien arraigado en mi interior. Aunque no fue hasta seis meses después cuando estuve a punto de estallar. Febrero fue un mes que me gustaría olvidar. Ya es duro y doloroso que se muera un familiar tuyo, pero si encima se muere el mismo día de tu cumpleaños, no sabes qué sentir. Yo no lo hablé con nadie por miedo, pero sentía culpa, me sentía culpable porque aquello me afectase de aquella manera. Miserable porque sucediese justo ese día, y me odié y odio a mi mismo por no haber hecho nada, por no ser capaz de reaccionar ante aquella situación. Sé que nadie es capaz de hacer nada contra la muerte, pero me sigo dando asco a mí mismo por aquello.
No recuerdo bien marzo y abril, pero seguramente estaría agobiado por aprobar los exámenes, estresado porque estaba a punto de terminar el último curso de instituto, y sin la menor idea de lo que haría después. Sé que en mayo fui feliz, tal vez demasiado inocente, pero recuerdo un Abel sonriente, contento, y que no le temía a nada. Lamentablemente esa sensación no duró mucho tiempo, pero no fue la única del año.
Por fin llegó junio, y finalicé una etapa que llevaba años queriendo cerrar. Le dije adiós al instituto, esta vez fue la definitiva. No mentiré si digo que en cierto modo me daba pena, pero era más fuerte la sensación de alivio por marcharme por fin de aquel lugar que tantas veces me vio sufrir. En aquel momento sí que empecé a tener miedo a lo desconocido, a una nueva etapa que empezaría solo, lejos de aquel lugar, y de mi pasado.
Llegamos a julio, el mes en el que me llevé una de las palizas emocionales más fuertes, no solo de este año, sino de toda mi vida. Pero en cierto modo me sirvió para madurar, y aprender un poco más sobre lo cruel que puede ser la vida, y algunas personas. Decidí realizar un viaje con unas amigas, a otra ciudad. Unos seiscientos kilómetros me separaban de mi casa. Todo bien, hasta que fuimos a una fiesta. Me empecé a sentir muy mal porque ciertas personas no paraban de hacer comentarios despectivos sobre alguien importante para mí. Me emborraché, estallé, me puse a llorar como nunca y desahogarme. Conté cosas horribles sobre mi persona, de años atrás. También que me odiaba a mí mismo, y creía que todo lo malo que me había pasado en la vida era porque realmente lo merecía. Esa misma noche, estuve a punto de quitarme la vida, otra vez. Al día siguiente la amiga de esa ciudad, que era la que nos había acogido en su casa, digamos que me invitó a que me fuese de allí. Me vi solo, en una ciudad grande y muy lejos de casa. Por suerte, un amigo que vivía cerca me acogió y cuidó, a día de hoy sigo sin saber cómo agradecerle tanto. Pasé aquellos tres días que me quedaban para volver asustado, anonadado. No tenía ganas de comer, ni de nada. De no ser por este amigo no sé lo que habría hecho, nada bueno seguramente. 
Agosto fue algo memorable. Mi grupo de amigos y amigas me ayudaron a olvidar aquel calvario del mes anterior. Fiesta tras fiesta, risas, días enteros fuera de casa, disfrutando, sin agobios, sin pensar, simplemente disfrutando de la buena compañía, de la buena amistad. Sin duda este mes se convirtió en uno de mis favoritos gracias a esas personas. 
A penas empieza septiembre, y ya me mudé oficialmente. Otra ciudad, otra etapa que empezar, y un miedo horroroso por esa incertidumbre de quien no sabe lo que le deparará el futuro. Empezar a vivir con tu pareja, día a día, y el inicio de la universidad. Realmente me asustaba por nada, pues el destino tenía un regalo muy especial para mí. 
Octubre me enseñó que a veces la vida te sonríe, y debes aprovechar la oportunidad. Me tocaron unas compañeras de clase estupendas, que inexplicablemente saben sacar lo mejor de mí. Empecé a sonreír más, hablar más y socializar más de lo que pensé que podría. Creo que era un avance muy importante de mi personalidad, el hecho de ser capaz de abrirme a la gente, perder un poco la vergüenza y ser yo mismo de verdad. Y este cambio fue en gran parte gracias a mi pareja, un gran apoyo en vida diaria, y a mis compañeras de facultad, que me han ayudado mucho. 
Noviembre fue similar a octubre, aunque con más noticias buenas. Por fin me empezaba a gustar realmente lo que estaba estudiando, al menos de momento. Creo que es una de las cosas más importantes para un estudiante, que le guste lo que hace. Empecé a echar de menos a mis seres queridos, a quienes ya a penas veía. Y, a pesar de tener algún bajón repentino, descubrí que una vez más se abrió una ventana por la que entraba un pequeño haz de luz, felicidad y bienestar, y sentía que tenía que aprovecharlo. Que hacía mucho tiempo que no estaba tan a gusto conmigo mismo, y me quería de verdad.
Diciembre llegó casi sin avisar, como una suave brisa que se levanta de repente un día soleado. La emoción de volver a casa, volver a ver a personas que no veía desde hacía meses, y revivir momento como los de agosto. Intenté por todos los medios acabar bien el año, quedándome con lo bueno, lo que realmente importa, y con la esperanza de que el año próximo siguiese así de bien. Pero como descubrí más tarde no fue así, en absoluto. Una vez más mis demonios regresaron con intención de quedarse.

viernes, 20 de abril de 2018

Quién soy 7: Sorpresas

Comienzo el año con la misma ilusión con la que lo acabé, apenas ninguna. Me había alejado de mis amigos, y me sentía mal conmigo mismo, para qué variar. Pero poco a poco iba mejorando, y notaba que las ganas atroces que tenía de acabar con mi vida disminuían con el paso del tiempo. La primera sorpresa que me llevé ese año fue en carnaval, coincidiendo cerca de la fecha de mi cumpleaños. Mi amiga Mel vino a visitarme desde Albacete, para pasar unos días conmigo. Me hizo mucha ilusión esa visita, además teniendo en cuenta que es una de las personas especiales que comencé a conocer aquel doce de octubre de 2014. También tengo que decir, que es uno de los cumpleaños más felices que recuerdo, pues por fin estaba a gusto con mi familia y mis amigas. No faltaron las burlas sobre cumplir 18 años e ir a la cárcel, y aunque fuese el chiste más viejo y malo del mundo, por alguna extraña razón a mi me hacía gracia. 
De repente comenzó marzo, y ocurrió algo por lo que a día de hoy sigo dando las gracias. Llevaba unas semanas hablando con un chico al que aún no conocía en persona. Me moría de ganas por conocerle, así que un día me armé de valor y le dije que si nos podíamos ver en persona. Él era de Segovia y yo de León, de modo que quedamos en un punto intermedio, Valladolid. Yo estaba hecho un manojo de nervios, y aunque en aquel momento no lo supiera, el 6 de marzo conocería a alguien que se convertiría en una de las personas más importantes de mi vida. Titubeando, y ansioso por saber su respuesta, le hice la pregunta, la gran pregunta. A lo que él me respondió sí, que quería salir conmigo. Y así fue como empezó nuestra historia.
Los meses siguientes fueron un poco raros. A mi manojo de dudas respecto a mi bienestar se le sumaba el hecho de que estaba comenzando una relación a distancia con alguien a quien veía poco y que además tenía 15 años más que yo. Afortunadamente mi madre y mi padre dieron el visto bueno a la relación, no sin antes conocerle. A pesar de la distancia y de mi situación, la relación avanzaba, y con ella mis ganas de ser feliz. Desgraciadamente no todo dependía de estar bien en pareja, y hay cosas que por mucho que se quiera, no pueden evitarse.
A este año se le suma otra sorpresa más, una que llevaba años ansiando. A finales del mes de mayo pude asistir al concierto de Coldplay que se celebró en Barcelona. Como bien sabrá cualquier persona que me conozca, es mi banda de música favorita, y sus canciones me han acompañado en muchos momentos clave de mi vida. Si tengo que dar las gracias por algo más, es a ellos por haber hecho de su música una inspiración para mí, un modelo de vida con canciones que me marcarán para siempre. Dos horas de música en directo que disfruté como si fuese el mayor regalo que alguien pudiese hacerme. Sin duda fue una motivación enorme para mi autoestima asistir a aquel concierto.
Aquel verano es uno de los pocos que recuerdo bien. Quizá no fuese tan feliz como el anterior, pero no fue un mal verano. Parecía que esta vez iba en serio, que las cosas cambiaban a mejor. Tales eran mis ilusiones que en octubre grabé un vídeo hablando de la depresión, y de cómo pude superarla. Siento comunicarle a todo el mundo que aquello era mentira. A pesar de haber ayudado a algunas personas con aquel vídeo, la idea de que por fin había superado la depresión era totalmente falsa. Si es verdad que mi autoestima había mejorado, pero no así superando aquella enfermedad que me seguiría atormentando posteriormente. Acabé el año con altibajos, pero bien, contento, y aparentemente feliz. Iluso y ensimismado pensé que aquello podría ser real, que podría ser feliz de verdad. Pero el año 2017 me hizo replantearme muchas cosas, y no todas por primera vez, como llegó a ser mi propia vida.

viernes, 2 de marzo de 2018

Quién soy 6: Promesas

Comienza el año 2015, una espesa capa de nieve cubre las calles. Poco más recuerdo de aquel frío invierno, demasiada nieve, manchada con mi sangre por última vez. Mi madre había descubierto las marcas de mis brazos, y asustada quiso saber por qué llegué tan lejos, el motivo que me llevó a hacerme tanto daño. No supe explicarlo, simplemente me quedé blanco, odiando mi ser una vez más por haber conseguido dañar a mi madre cuando lo único que quería era hacerme daño a mi mismo. Pero llegó el día, 14 de enero. Estuve hablando largo y tendido con una amiga, explicándole todo. Me hizo prometer que jamás volvería a hacerlo, que no volvería a cortarme y llenarme de sangre. La gente que me conoce bien sabe cómo soy con las promesas, hago muy pocas porque siento que pase lo que pase debo cumplirlas. Aquella fue una de ellas, y a día de hoy no puedo estar más agradecido por haber prometido algo. Así que esa misma tarde salí de casa, con la cuchilla que utilizaba para autolesionarme. Di un largo paseo por la nieve, y en un lugar apartado del pueblo, me deshice de aquel objeto que había hecho aquellas horribles marcas en mi piel. Di media vuelta, y no volví la vista atrás ni una sola vez.
Poco recuerdo de aquella primavera. Los recuerdos se mezclan y es difícil tener en mente un momento concreto. Ese año yo estaba cursando primero de bachillerato, por primera vez. No estaba a gusto en el instituto. Me sentía mal, fuera de lugar, y las ganas de largarme de allí para siempre aumentaban cada día más. Pero no podía hacerle eso a mi familia, bastantes problemas causa ya el hecho de tener a alguien emocionalmente inestable en casa. Aunque no culpo a nadie, pues si mi familia hubiese sabido en aquel momento cómo estaba realmente, habría vuelto a ver a la psicóloga, o me habría mudado por mi propio bien. No, apenas sabían una pequeña parte de todo lo que me sucedía, de cómo estaba realmente. Así que después de darle muchas vueltas encontré una solución. Quería repetir curso, a propósito. A mi madre no le hizo mucha gracia la idea, pero yo sé que en el fondo ella sabía que era lo mejor para mi. Quiero recalcar que mis compañeros de clase de entonces no tienen culpa de que tomase aquella decisión, simplemente me encontraba en un lugar en el que creía no encajar bien y no me sentía muy cómodo. Nunca quise culpar a nadie de una batalla que, a fin de cuentas, se libraba en mi cabeza.
Llegó el verano por fin, y mis notas eran las esperadas, la mayoría suspensos que no tenía en mente recuperar, seguía con mi idea de repetir curso. Aquel verano, no voy a mentir, fue uno de los mejore que recuerdo. Hice un nuevo grupo de amigos y amigas gracias a Almudena. La verdad es que no se lo decía mucho, pero junto con Irene, fue un gran apoyo para mi todos aquellos meses. Curiosamente en ese grupo de amigos, se encontraba un chico con el que me llevaba especialmente bien. Hablábamos mucho y nos gustaba pasar tiempo juntos. Ese verano empezamos a salir. Estaba entusiasmado, y muy nervioso, pues era la primera vez que salía con un chico, además teniendo en cuenta que apenas hacía un año que había salido del armario. Y como todos los amores de verano, fue algo tan fugaz como intenso. Llegó septiembre y él tuvo que regresar a casa, lejos, pero eso no impidió que siguiésemos juntos. Lamentablemente en el mes de octubre rompimos, y aunque en aquel momento no me diese cuenta, le dolió tanto a él como a mi. Afortunadamente a día de hoy seguimos siendo amigos.
Nos adentramos por fin en otoño. El 12 de octubre de ese año un grupo de amigos y amigas en el que yo estaba, cumplía un año. Para mucha gente era una tontería, personas con los mismos gustos y aficiones que tú que has conocido a través de un grupo de whatsapp. Yo les sigo considerando mi familia, porque gracias a ese grupo soy el Abel que soy ahora. También tengo que destacar que mejoré mucho mi estancia en el instituto. Al repetir curso me tocaba ir a clase con mi hermana, pero no era algo que me preocupase, sino todo lo contrario. También estaba en esa clase mi amiga Mónica, con la que estreché aún más lazos y consiguió que esos meses tan turbulentos se me hiciesen más llevaderos. Estaba a punto de acabar el año, y todavía no tenía ni idea de las sorpresas que me depararía el 2016.